Con una gran variedad de paisajes y un patrimonio construido destacable, la región de Occitania esconde numerosas maravillas, ya sean naturales, arquitectónicas, tradicionales o gastronómicas. Además de contar con muchas horas de sol y poseer un emplazamiento privilegiado en pleno suroeste de Francia, Occitania ofrece a sus visitantes una increíble variedad de atractivos. Los amantes de la naturaleza y las actividades al aire libre disfrutarán con las cimas grandiosas de la famosa cadena pirenaica, el sorprendente caos de Montpellier-le-Vieux, los inmensos circos de Gavarnie y de Troumouse, la apacible meseta de Aubrac, el romántico canal del Mediodía, el impresionante circo de Navacelles, el auténtico macizo de Cevenas o las extensas playas de arena fina del Mediterráneo, tan apreciadas por los que desean solazarse.
Además de todas estas riquezas naturales (ideales para la práctica de actividades deportivas como la travesía, el esquí, el kitesurf o el windsurfing, por citar algunas), esta magnífica región también alberga un formidable patrimonio arquitectónico y cultural. De ello dan testimonio ciudades repletas de atractivos como Albi, con el museo Toulouse-Lautrec; Auch, con sus callejuelas pintorescas; Cahors, con el puente Valentré; Carcasona, con sus imponentes fortificaciones; Cordes-sur-Ciel, con sus casas góticas; Foix, con su castillo medieval; Lourdes, con sus santuarios; Millau, con su famoso viaducto; Montauban, con la plaza Nationale; Narbona, con el palacio de los Arzobispos; Nimes, con sus vestigios romanos; Perpiñán, con el palacio de los reyes de Mallorca; Rodez, con su catedral gótica; o Toulouse, con sus palacetes renacentistas.
Recorriendo la región, los amantes de las piedras antiguas y la historia también podrán apreciar los pueblos de Belcastel, Bruniquel, Castelnou, Eus, La Couvertoirade, La Garde-Guérin, Lagrasse, Larressingle, Najac, Penne y Sainte-Enimie; las preciosas bastidas medievales de Beaumont-de-Lomagne, Castelnau-de-Montmiral, Lauzerte y Saint-Clar; los majestuosos castillos cátaros de Lastours, Peyrepertuse, Puilaurens y Quéribus; y lugares destacados del arte parietal como la cueva de Niaux y la cueva de Pech-Merle.
Las fiestas tradicionales, los mercados repletos de colorido y sabores, y las famosas especialidades gastronómicas, como el aligot (puré de patata con queso y ajo), el roquefort, el cassoulet (guiso de alubias), el ave del Gers, la garbure (sopa de col), la brandada de bacalao, el vino de Corbières, la blanqueta de Limoux, el queso pélardon y la miel de Cevenas, hacen de Occitania un lugar destacado de la confraternización y el buen comer.