En Quercy, la naturaleza es grandiosa. Entre el valle del Lot, jalonado de viñedos, y el valle de del Dordoña de Lot, idóneo para el piragüismo, el senderista o el aficionado a los deportes náuticos tendrá dónde elegir. También podrá optar por los escarpes, los valles y los muretes de piedra seca del Parque Natural Regional de las Causses du Quercy, a menos que prefiera las gargantas del Aveyron con sus espléndidas vistas. En el corazón de estas gargantas, la preciosa ciudad medieval de Bruniquel con sus dos castillos, o la de Saint-Antonin-Noble-Val, con su Casa Románica del siglo XII, merecen una escapada de unas horas. Por su parte, los aficionados al misterioso mundo de las oquedades subterráneas, quedarán cautivados por la sima de Padirac o la cueva de Pech-Merle.
Otros pueblos con personalidad rivalizan en encanto con sus piedras antiguas y una naturaleza exuberante: Carennac, Autoire, Loubressac, Auvillar, Lauzerte... Las ciudades también cuentan con un destacado patrimonio. Cahors la elegante, con la catedral de San Esteban, la panorámica desde el monte San Ciro y el puente Valentré, incluido en el patrimonio mundial de la UNESCO, o la extraordinaria ciudad de Rocamadour, encaramada en un escarpe que domina el cañón de del Alzou, son algunas de las joyas que hay que ver.
También conviene deambular por las callejuelas del casco viejo de Figeac, ciudad medieval con múltiples joyas arquitéctónicas, o sentarse en la terraza de alguno de los cafés de la atípica plaza Nacional de Montauban, ciudad que ha dedicado un museo a Jean-Auguste-Dominique Ingres, hijo de la localidad. La guinda del pastel será el descubrimiento del pueblo colgado de Saint-Cirq-Lapopie, que parece vigilar el valle del Lot.
Aquí, se pueden contemplar destacados monumentos, como la prestigiosa abadía de Moissac; las siete torres de la ciudad medieval de Martel; el imponente castillo de Castelnau-Bretenoux, que se distingue por el color de sus piedras rojas; o el castillo de Gramont que domina un precioso pueblecito.
Entre paseo y paseo, los productos de la tierra (nueces, melones castañas, setas, trufas) le harán recuperar fuerzas y vitalidad, y no podrá dejar de degustar el delicioso queso de cabra Rocamadour con un buen vaso de vino de Cahors.