Dejándose ver nada más entrar en la distancia, la 'Madera sin hojas parece misteriosa': ¿no sería una madera encantada? Apariciones, desapariciones, cuando entramos en ellas, su juego se hace más claro a lo largo del camino que nos lleva a nuestro lugar. Alrededor de un roble centenario, el comedor se desarrolla entre el campo de hierba y la maleza, como una extensión de esta última. Las mesas, dispersas entre los barriles, se pueden ver, refugiándose al pie de los pilares de acero plegados que sostienen el techo.
Ambiente diurno, ambiente nocturno: en el almuerzo se invita a toda la naturaleza en el comedor, en la cena, es todo lo contrario, los reflejos parecen instalar mesas en la maleza, entre los mechones de hierbas del patio. Por la noche, la iluminación imaginada por Patrick Bouchain, este tipo de vuelos de pájaros entre los barriles, crea como claros en medio de ellos, cada uno albergando una mesa, sobriamente erigida: las flores, en este entorno tan vegetal, parecerían manteles desplazados, inútiles. Este deseo declarado de ir a lo esencial anuncia el de la cocina.