Sologne es un territorio salvaje y tranquilo en el que abundan los bosques de caza y los estanques, para mayor disfrute de senderistas, pescadores y cazadores. ¡El país de Sologne cuenta con más de 2.800 estanques! Además de sus bellos paisajes, Sologne también invita a los viajeros a descubrir bonitos pueblos, como el de Chaumont-sur-Tharonne, con sus típicas casas de ladrillo. El pueblo de Souvigny-en-Sologne también merece una escapada, sobre todo por su encantadora iglesia con sillas caquetoir (en forma de U).
Los golosos y amantes de la pastelería tienen una cita en la pequeña ciudad de Lamotte-Beuvron, cuna de la famosa tarta tatin. ¡Que aproveche!
La ciudad de Romorantin-Lanthenay constituye por sí sola una etapa ineludible, en la que destaca el museo de Sologne.
El castillo de Moulin, la llamada perla de Sologne, enclavado en Lassay-sur-Croisne, el Dominio de Le Ciran, en Ménestreau-en-Villette, dedicado a la fauna y la flora de Sologne, y el elegante castillo de La Ferté-Saint-Aubin figuran entre los lugares que no hay que perderse.
Por último, la Casa de los Estanques, en Saint-Viâtre, permite comprender mejor la existencia de los estanques de Sologne. En este espacio se explica la historia, la fauna y la flora, el funcionamiento y el mantenimiento de los estanques de Sologne.