En la década de 1970, la costa de Languedoc experimentó una notable evolución: la orilla, hasta ese momento apenas edificada, fue asaltada de repente por los arquitectos en nombre del desarrollo turístico. Se construyeron residencias, hoteles y marinas para acoger a los turistas.
Si bien algunos lugares se han modernizado por completo, otros aún conservan su encanto de antaño. Este en particular es el caso de Gruissan, cuyo pueblo antiguo es visible cuando se accede por carretera. Construido en círculo alrededor de una antigua fortaleza, ofrece a los visitantes un agradable paseo para después del baño. Subimos a la torre Barbarroja, el único vestigio del castillo fortificado del siglo X, que en otro tiempo protegía a los habitantes de las invasiones bárbaras. Con estas mismas piedras se construyeron algunas de las casas actuales. También merece la pena dar un paseo por la playa de las villas, cuyas hermosas casas sobre pilotes conforman un ambiente muy fotogénico.
Otras localidades playeras, como La Grande Motte, son decididamente más modernas. No obstante, este espíritu contemporáneo se conjuga con un espíritu creativo que atrae tanto a los lugareños como a los turistas. La localidad fue construida en la década de 1970 por el arquitecto Jean Balladur, que pretendió inspirarse en las pirámides mayas. De esta idea surgieron curiosos edificios decorados con círculos, cuadrículas y otros motivos geométricos, que forman un escenario futurista de lo más sorprendente. Aquí se pueden practicar muchos deportes, así como nadar en las aguas azules de la Grande Motte, contemplando estos extraños edificios de formas ondulantes que recuerdan a las obras del pintor Kandinsky.
Le Cap d'Agde, llamado por algunos la "perla negra de Occitania", ofrece un entorno más salvaje, con sus extensas playas de arena fina y sus acantilados volcánicos. Además de bañarse en estos paisajes vírgenes y realizar un gran número de actividades náuticas, la gente también acude para admirar el puerto y los diez estanques, ideales para pasear. Cerca de Le Cap d'Agde, los amantes de la naturaleza lo pasarán en grande en la Reserva Natural Nacional de Bagnas, donde todo tipo de aves, dependiendo de la estación del año, acuden a anidar.
Otras localidades atraen a miles de turistas cada año gracias al clima templado occitano y a la belleza de las playas de Languedoc. Palavas-les-Flots, con su bonito canal y su pequeño teleférico, Carnon-Plage, con su animado puerto deportivo, así como también Frontignan-Plage, Valras-Plage... ¡La dolce vita de Languedoc, en resumen!