La silueta de la iglesia de Saint-Sulpice domina desde lo alto el pueblecito de Saint-Sulpice-de-Favières. San Luis impulsó su construcción (que se desarrolló entre los siglos XIII y XIV) para acoger a los numerosos peregrinos que acudían a venerar las reliquias de San Sulpicio. Se cuenta que este, capellán del rey Clotario II y obispo de Bourges en el siglo VII, resucitó a un niño ahogado.
La iglesia de San Sulpicio está considerada la iglesia de pueblo más bella de Francia. Con su apariencia de catedral, constituye una obra maestra del gótico radiante. Tras franquear el portal escupido, se pueden contemplar la nave luminosa, las bellas vidrieras del siglo XIII y la capilla de los Milagros (siglo XII), que alberga el busto relicario de San Sulpicio.
