Con 40 kilómetros de longitud, la Costa Esmeralda está en la costa norte de Bretaña, entre Cancale y el cabo Fréhel. Su denominación procede del color esmeralda del mar.
Este magnífico litoral bretón hay que disfrutarlo a pie, a caballo, en bicicleta... ¡Es el paraíso de los senderistas! Hay 350 kilómetros de senderos señalizados, incluido el GR34.
En verano, todo tipo de actividades náuticas y al aire libre, incluso estancias en talasoterapia, aguardan a los veraneantes en localidades playeras como Dinard, Saint-Malo, Saint-Briac-sur-Mer, Saint-Lunaire o Saint-Coulomb, y en las bellas playas de arena fina.
Los visitantes podrán disfrutar de pequeños puertos pesqueros, puntos de observación de la fauna, grandes mareas espectaculares, sobre todo en la bahía de Saint-Malo o paisajes con colores magníficos. Y no hay que olvidar la siempre suculenta gastronomía bretona.
Una etapa ineludible en la Costa Esmeralda: el cabo Fréhel, al oeste, un lugar impresionante declarado reserva ornitológica, cuyos acantilados dominan el mar desde sus 70 metros de altura.
No lejos de allí, haga un alto en el castillo de Fort la Latte, edificado en el siglo XIV sobre un cabo rocoso que domina majestuosamente el mar de la Mancha.
Muy cerca, se encuentra la preciosa localidad de Saint-Cast-le-Guildo con su pequeño puerto, sus senderos costeros y sus siete playas de arena fina.
La ciudad fortificada de Saint-Malo, antigua ciudad corsaria, se alza sobre una roca. Con sus magníficas murallas, ofrece una increíble vista del mar y las islas anglonormandas de Jersey, Guernesey y Sercq. La torre de las murallas es un paseo obligado, pero la ciudad de Robert Surcouf y Jacques Cartier tampoco le va a la zaga, con las pintorescas callejuelas empedradas, las ricas casas de armadores y el castillo, cuyo torreón alberga el museo de Historia de la Ciudad y del País Malouin. En Saint-Malo, podrá observar las grandes mareas o la salida de la Ruta del Ron, llegar con la marea baja al Fuerte Nacional construido a partir de los planos de Vauban, ver la tumba de Chateaubriand en el islote de Le Grand Bé o recorrer la bahía de Saint-Malo en barco de paseo
Los aficionados a pasear a pie o en bicicleta podrán seguir el recorrido señalizado del valle del Rance, donde molinos, malouinières (casas de recreo) y pueblos de pescadores jalonan el paisaje.
Otro lugar de obligada visita es la famosa localidad playera de Dinard que conserva magníficas villas de cuando era un lugar de vacaciones de la Belle Époque: en el paseo del Clair de Lune o el paseo de la Malouine podrá ver unas cuantas.
Entre Dinard y Saint-Malo, la fábrica maremotriz del Rance, puesta en servicio por EDF en 1966, está abierta al público. Es una visita interesante para conocer la producción de electricidad mediante el movimiento de las mareas.
En la medieval Dinan, ciudad histórico-artística, conviene recorrer las callejuelas, visitar el castillo feudal y contemplar las casas con entramado de madera y los preciosos edificios religiosos.
No se puede visitar de Cancale sin ver el parque de ostras o la Granja marina, y degustar los productos del mar, disfrutando de las vistas del puerto de la Houle. El museo de Artes y Tradiciones populares presenta objetos, trajes y tradiciones de la vida de los habitantes de Cancale.