El caracol de Borgoña, también llamado "Gros blanc", es un plato que se consume desde siempre. Así lo atestiguan las conchas encontradas en varias cuevas prehistóricas. El verdadero y famoso caracol de Borgoña es el "Helix pomatia", un gasterópodo con concha de color crema y carne clara, tierna y firme a la vez, al que le gusta moverse por los medios húmedos, los sotobosques, las praderas y los viñedos. Para garantizar su protección, la recogida de caracoles de Borgoña también está reglamentada en la actualidad. Por eso está prohibido recogerlos cuando tienen un diámetro inferior a 3 centímetros y durante el período de reproducción, que va del 1 de abril al 30 de junio. Aunque en la actualidad una gran parte de los caracoles se importan, sigue habiendo criadores borgoñones que perpetúan la traducción.
Es una plato típico de la gastronomía francesa, y su receta tradicional tal como la conocemos en la actualidad parece que se elaboró en el siglo XVIII en Bassou, en el departamento de Yonne. Después de cocerse en caldo corto, se colocan en la concha y se rellenan con una mezcla de mantequilla, ajo y perejil. Todo ello se gratina al horno durante unos minutos, el tiempo justo para que la mantequilla tiemble.
Todos los años, en febrero, se rinde homenaje al caracol de Borgoña en la fiesta del caracol que se celebra durante un fin de semana en Chevigny-Saint-Sauveur, en Côte-d'Or. ¡El programa comprende una feria, animaciones y degustaciones!