La ciudad de Saint-Lizier fue sede de un antiguo obispado. Está incluida entre los pueblos más bellos de Francia, y conserva de su rico pasado un importante patrimonio religioso. Dominada por un campanario octagonal de estilo gótico tolosano, la catedral de San Licerio (siglos XI-XV), alberga en su ábside y en su absidiolo norte un bello conjunto de frescos románicos, entre los cuales se halla un Pantocrátor y una ilustración de la Jerusalén celestial. Tampoco hay que perderse el maravilloso claustro románico de la catedral con sus capiteles esculpidos, así como el tesoro de los obispos del Couserans, constituido por piezas de orfebrería, entre las que destaca el busto relicario de plata de San Licerio. No muy lejos de la catedral, el antiguo hospital alberga una farmacia del s. XVIII cuya visita permite admirar un bello conjunto de tarros de loza.
La visita de Saint Lizier prosigue a lo largo de callejuelas empedradas bordeadas por casas antiguas, paseo que le conducirá hasta al punto más alto, donde se eleva el antiguo palacio de los Obispos. Este último, que data del s. XVII, alberga hoy un museo de arte y tradición popular.
Cada año, durante la primera quincena de agosto, tiene lugar el Festival de Saint Lizier, un prestigioso acontecimiento consagrado a la música clásica.