Frente a la península de Giens en Var encontramos unas resplandecientes joyas del mar Mediterráneo: las islas Hyères. Apodadas las Islas Doradas, están compuestas por tres islas principales, Porquerolles, Port-Cros y El Levante, y varios islotes y peñascos.
La isla de Porquerolles es la más grande, a sólo unos minutos en barco desde la península de Giens. Con sus aguas turquesas, cuya pureza sólo es igualada por la belleza del lugar, es un pequeño paraíso. A pie o en bicicleta, recorra su territorio a través de montes y pinedas. Rodeado de calas y playas de arena fina, Porquerolles tiene muchos tesoros que ofrecer. Está el pueblo, muy típico de la zona, pero también el fuerte de Santa Ágata, de 1531 y el faro, construido en 1830, que domina la isla con sus 84 metros de altura, y cuyo alcance es de 54 kilómetros. La isla cuenta también con varias bodegas perfectas para realizar una pausa. Dese un paseo por el precioso jardín Emmanuel Lopez a la sombra de sus olivos, laureles y palmeras, explore los suntuosos fondos marinos y admire las exposiciones de arte contemporáneo y las esculturas de Villa Carmignac, una antigua masía provenzal en lo alto de Porquerolles.
Clasificada Parque Nacional desde 1963, la isla de Port-Cros, la más salvaje de las tres, es el primer parque nacional marino de Europa. Su entorno se caracteriza por abruptos acantilados, matorrales densos, bosques de robles verdes y pinos de Alepo, además de un fondo submarino excepcional. Aunque no cuenta con muchas playas, sus aguas turquesas invitan a bañarse. Póngase aletas, máscara y tubo y explore el sendero submarino señalizado que sale de la playa de La Palud para contemplar las maravillas de los fondos mediterráneos. Por fortuna, los vehículos motorizados están prohibidos en Port-Cros. Siga alguno de los senderos terrestres y descubra las bellezas naturales y culturales de la isla. Entre estas, tenemos varios antiguos fuertes militares como el Fuerte del Molino (el más antiguo, construido en la época de Francisco I) o el Fuerte de l'Estissac, construido por Richelieu en 1635.
La isla del Levante, por su parte, es la más atípica. De hecho, es famosa por su centro naturista, que fue creado en 1931. En el corazón de la garriga surgió el pequeño pueblo de Heliopolis, que se ha convertido en el centro neurálgico de la isla. Si desea darse un baño naturista diríjase a la playa de Las Cuevas, única playa de arena en toda la isla, ubicada en el corazón de una pequeña cala rocosa. Por su parte, un bonito sendero señalizado le permitirá recorrer tanto la zona interior como la costa.