La ciudad de Embrun recibe el nombre de la pequeña Niza de los Alpes por su clima singularmente suave y soleado. Esta antigua metrópoli eclesiástica y antigua plaza fuerte militar domina desde lo alto de una roca el valle del Durance.
La ciudad vieja, de aspecto provenzal, muestra un maravilloso patrimonio en el que se suceden callejuelas con casas de colores, bonitas plazas con fuentes, pasajes abovedados y paredes adornadas con relojes de sol.
La catedral de Notre-Dame-du-Réal, cuya visita es obligada, data de los siglos XII y XIII y constituye es uno de los monumentos religiosos más importantes de los Alpes franceses. En el exterior, cabe destacar el magnífico porche, flanqueado por dos estatuas de leones, y el rosetón gótico. En el interior, sobresalen el altar mayor de mármol, los grandes órganos y el extraordinario tesoro compuesto por vestiduras sacerdotales antiguas, manuscritos y piezas de orfebrería.
No lejos de la catedral se levanta la torre Brune, antiguo torreón del palacio del Arzobispado, que data del siglo XII y que en la actualidad alberga un espacio destinado al Parque Nacional de Les Écrins.
Para disfrutar de una hermosa panorámica del paisaje circundante, el visitante debe dirigirse al jardín del Arzobispado, muy próximo a la catedral. Desde las mesas de orientación se contemplan unas magníficas vistas del valle del Durance, dominado por las cimas de las montañas de Embrunais.
A dos kilómetros del centro de la ciudad se encuentra el lago de Embrun, que ofrece numerosas actividades relacionadas con el agua: baño (vigilado en julio y agosto), kayak, vela, pesca, etc.