Antigua capital militar de los condes de Armagnac, el imponente castillo de Lavardens, con un pintoresco pueblo acurrucado a sus pies, domina con arrogancia la campiña gascona. Edificado en el siglo XII, y reconstruido en el siglo XVII por Antoine de Roquelaure, compañero de armas de Enrique IV, este bello edificio, declarado Monumento Histórico, está abierto al público de mediados de febrero a mediados de enero, y acoge regularmente exposiciones de arte. En su interior, no deje de admirar el pavimento de ladrillo y de piedra con motivos geométricos.
El pueblo medieval, emplazado en torno al castillo, está lleno de encanto, y merece la pena descubrir sus bonitas callejuelas y los restos de sus murallas tranquilamente.