Construido con el propósito de llevar el agua a la ciudad de Lyon, el acueducto romano de Gier fue el más largo de los cuatro acueductos que existían en la época. Realizado entre el siglo I y II D. C., tenía más de 86 kilómetros, y en la actualidad es uno de los mejor conservados. Las excavaciones han permitido trazar su recorrido desde Saint-Chamond, en el macizo de Pilat, hasta la colina de Fourvière en Lyon. El acueducto muestra un ingenio verdaderamente agudo para la época, en particular gracias a la técnica de conducción forzada que le permitía atravesar valles encajados. El puente sifón Beaunant es un buen ejemplo: atravesaba el valle con sus 270 metros de longitud y sus 17 metros de altura.
En Chaponost, en Ródano, y más concretamente en un lugar llamado El Plano del Aire, se encuentran los restos más importantes del acueducto. Hoy en día todavía se puede ver una majestuosa hilera de 72 arcos a lo largo de 550 metros.