La abadía de Clairvaux

Fundada en 1115 por san Bernardo y convertida en prisión en 1808, la abadía de Clairvaux ha visto pasar siglos de historia. Ubicado en el corazón de la Champaña más húmeda, en Ville-sous-la-Ferté, este complejo cisterciense de majestuosos edificios se alza en medio de un océano de vegetación.

La visita guiada comienza en la Hostelería de las Damas, un magnífico edificio del siglo XVI en el que antiguamente se hospedaban las esposas de los visitantes de la abadía.

La exploración del lugar prosigue en el edificio de los conversos, del siglo XII, dedicado a los hermanos del mismo nombre, que se encargaban de poner de relieve los dominios de la abadía. Contemple la despensa con bóveda de crucería, una sala despojada de muebles en la que reina el silencio más absoluto.

La sobriedad cisterciense da paso a la opulencia unos siglos después, en el XVIII. Como los abades contaban con más recursos, decidieron construir un enorme refectorio dentro del gran claustro. Todavía quedan restos de algunas decoraciones suntuosas, y se pueden contemplar las arcadas con medallones pintados engarzados, así como el suelo inmaculado decorado con cabujones negros.

En época de Napoleón I la abadía de Clairvaux se convirtió en la cárcel más grande de Francia, con casi 3000 prisioneros. Las llamadas jaulas de pollo, antiguas celdas de un metro y medio por dos, donde los prisioneros vivieron hasta 1971, dan testimonio de este sombrío período de la historia de la abadía. Espíritus delicados, abstenerse.

Existen otros lugares abiertos al público, como el Gran Claustro erigido en el siglo XVIII, un enorme conjunto arquitectónico que enmarca un gran patio cuadrado, o el granero de los conversos, cuya fachada de piedra se refleja en el río. Este último nace en la Fuente de San Bernardo, ubicada en el corazón de un hermoso claro que se encuentra en el bosque de Clairvaux. ¡Un paseo muy recomendable para los amantes de la naturaleza!