En el valle del Blanche, a 1.260 m. de altitud, se levanta la pequeña y acogedora ciudad de Seyne. Declarada ciudad con carácter y estación verde de vacaciones, disfruta de un marco natural agradable y preservado.
Dominado por la silueta del fuerte Vauban y de la torre de vigilancia medieval, el barrio antiguo presenta un conjunto pintoresco. Ante la mirada del visitante se despliegan calles típicas, casas con entramado, puertas con la fecha inscrita, murallas y una iglesia románica.
Seyne es famosa por la cría de mulas. La capital de la mula honra cada año a este animal robusto y paciente con el concurso de mulas que se celebra el segundo sábado de agosto, durante las fiestas de la ciudad antigua. Además de este acontecimiento tan animado, hay que destacar la feria de caballos y ganado bovino que tiene lugar el segundo sábado de octubre.