La ciudad Histórico-Artística de Narbonne, capital de la Galia Narbonesa, residencia de los reyes visigóticos y ciudad archiepiscopal, con sus más de 2500 años de antigüedad, alberga un rico patrimonio. En pleno centro histórico, hay dos edificios, declarados Monumento Histórico, de obligada visita: la catedral de San Justo y San Pastor y el palacio de los Arzobispos.
La inacabada catedral de Narbona, (siglos XIII-XIV), conserva un coro completamente espectacular que, con sus 41 metros en la bóveda, es el coro gótico más alto del sur de Francia. En la capilla axial hay un espléndido retablo de piedra policromada del siglo XIV. La sala del Tesoro, por su parte, muestra una rica colección de piezas de orfebrería, tapices y objetos litúrgicos. No deje de pasear por el tranquilo claustro gótico antes de dirigirse al jardín del Arzobispado, desde donde podrá pararse a contemplar los arbotantes y la torre sur de la catedral, así como la fachada del palacio nuevo. El palacio de los Arzobispos es la sede del ayuntamiento, el museo de Arte y el museo arqueológico, y hay que recorrer las diferentes partes que lo componen: palacio viejo de origen románico, torreón Gilles Aycelin, palacio nuevo de estilo gótico, torres de San Marcial y de la Magdalena. Construido entre finales del siglo XIII y principios del XIV, el torreón ofrece desde su terraza superior una vista panorámica de Narbona, el litoral, Les Corbières y los Pirineos.
Después de esto, nada mejor que sentarse a tomar un café en alguna de las terrazas de la animada plaza del Ayuntamiento. Luego, prosiga su recorrido en dirección al canal de la Robine y su precioso paseo de las Barcas, en donde podrá dar un paseo en una barca eléctrica.
Narbona tiene un gran repertorio de museos: el museo arqueológico, con su magnífica exposición de pinturas romanas; el museo Histórico-Artístico, con colecciones de bellas artes y artes decorativas; el museo lapidario, instalado en la antigua iglesia de Nuestra Señora de Lamourguier; y la casa natal de Charles Trenet, que hoy en día está completamente consagrada al famoso "cantante loco".
Todos los años, a finales de agosto, "y'a d'la Joie" (hay alegría) con el festival Trenet, que rinde homenaje a la canción francesa mediante conciertos, espectáculos, bodegas y artes de la calle.