Situada en el departamento de Oise, Compiegne es una ciudad muy importante en la historia de Francia. En el siglo XVIII, con la construcción del castillo, se convierte en ciudad real e imperial. Luis XV, Luis XVI, Napoleón I y Napoleón III, sucesivamente, transformaron el castillo en un lugar clave para el poder del país. Descubra toda la opulencia del lugar en los apartamentos reales e imperiales, ricamente decorados y amueblados, pero también en las obras de arte y los recuerdos de la familia imperial que se encuentran en los museos del Segundo Imperio. El museo nacional del Coche y el Turismo ofrece a los amantes de los coches antiguos una retrospectiva de la evolución del automóvil a lo largo de los siglos mediante una bellísima colección de coches de caballos y bicicletas, que va desde el siglo XVIII hasta comienzos del XX. Antes de abandonar el castillo, tome la alameda de Beaux-Monts, donde Napoleón III mandó crear una magnífica avenida.
Descubra en la ciudad bonitas casas medievales, la más antigua de las cuales data del siglo XV: la Vieja Casita. El ayuntamiento también es un edificio muy bello. De estilo gótico crepuscular, su campanario posee una de las campanas municipales más antiguas de toda Francia, ya que data de 1303.
Tampoco hay que perderse el museo de Figuritas Históricas, que contiene miles de figuritas de estaño, plomo, madera, papel, etc., que cuentan la historia de Compiègne y de Francia mediante espectaculares composiciones, como la última gran batalla del Primer Imperio. Instalado en el antiguo hotel de Songeons, el museo Antoine Vivenel alberga una magnífica colección de obras de arte de la Antigüedad, el Renacimiento y el siglo XIX.
Continúe su inmersión en la historia de Francia en el bosque de Compiègne, concretamente en el claro del Armisticio. Aquí fue donde el mariscal Foch recibió a los plenipotenciarios alemanes el 11 de noviembre de 1918 para poner fin a cuatro años de terrible guerra. El bosque patrimonial cuenta con más de 1000 kilómetros de carreteras y caminos, ideales para dar un buen paseo en plena naturaleza.