Villa medieval con un rico pasado, el pueblo de Charroux, ubicado en el corazón del Borbonés, figura entre los pueblos más bellos de Francia. Sus calles y callejuelas empedradas reservan a los turistas y amantes de los monumentos, un magnífico patrimonio: casas antiguas, iglesia del siglo XII con el campanario truncado, torre del reloj, mercado cubierto con pilares de madera, casas con entramado y saledizo del siglo XIV, patio de las Damas, pozos con flores o puertas fortificadas.
Recorriendo las pendientes de este precioso pueblo, también se descubre su legado artístico y artesanal: elaboración de aceites y mostazas, confitería, jabonería, talleres de pinturas, esculturas, grabados sobre vidrio, cerámicas y velas, son algunos de los bonitos lugares que se descubren en un paseo...
También merece la pena ver: el museo de Charroux y de su cantón, que recrea la historia local a través de las colecciones de vestigios galorromanos, esculturas antiguas y documentos de archivos.