En Tarn, la bastida de Castelnau-de-Montmiral presenta la particularidad de figurar entre los pueblos más bonitos de Francia. Construido en torno a 1222, el pueblo ha sabido resistir a muchos conflictos, y de esta forma ha podido preservar su notable patrimonio. Antes de entrar en la bastida, podrá ver que de las seis puertas originales que había en las murallas solo quedan tres. Dentro del recinto, dedíquese a deambular por el laberinto de callejuelas, pues las bonitas casas de ladrillo y con entramados de madera constituyen un regalo para la vista.
Entre los lugares de visita obligada, la plaza central con arcadas ojivales constituye una auténtica joya de la arquitectura medieval. La iglesia de los siglos XV y XVI conserva la cruz de Montmiral, un relicario adornado con 310 piedras preciosas que perteneció a los condes de Armañac. Y no se pierda el ayuntamiento ni la casa de Bozat del siglo XVII.
¡Situado en un promontorio rocoso, Castelnau-de-Montmiral ofrece además una magnífica panorámica del bosque de Grésigne y del viñedo de Gaillac!