Si no es capaz de decantarse por el mar o la montaña. la región Béarn-País Vasco despejará sus dudas. Las playas y montañas permiten variar los placeres y el ocio. Respecto al relieve, el tren de Rhune, un pequeño tren de cremallera, le invita a atravesar la montaña en sus vagones de madera y a disfrutar de una panorámica inolvidable a 905 metros de altitud.
Los senderistas disponen de muchas posibilidades: los senderos y lagos del valle de Ossau; el valle de Aspe, cercano a la frontera española; o el puerto de Aubisque y su espléndida panorámica de las montañas. El Parque Nacional de los Pirineos, zona ideal para practicar el senderismo, es un inmenso espacio salvaje con un ecosistema rico y denso. En diferentes lugares, incluidos Laruns, Cauterets y Arrens-Marsous, los puntos de información y las exposiciones completan el paseo y aportan un toque pedagógico.
Pau la montañesa, capital de Béarn, abre las puertas de su majestuoso castillo convertido en museo, y se vanagloria de sus impresionantes vistas de la cadena de los Pirineos. En cuanto al mar, varias localidades playeras dinámicas se disputan la supremacía. El visitante puede elegir entre las elegantes villas y la costa salvaje de Biarritz, el destacado patrimonio arquitectónico y la playa de San Juan de Luz o la festiva y trepidante Bayona. Esta última, ciudad histórico-artistica, con su notable centro histórico y el museo vasco, atrae a numerosos visitantes.
Béarn-País Vasco es también un territorio de “bons vivants” y de buenas mesas. Entre garbure y piperade, jamón de Bayona y pimiento de Espelette, queso Ossau-Iraty y vino de Jurançon, los paladares finos podrán deleitarse.