Un poco antes de construir la Dama de Hierro, entre 1880 y 1884, el visionario Gustave Eiffel realizó junto al ingeniero Léon Boyer una obra de ingeniería metálica elegante y atrevida que atraviesa las gargantas de Truyère, en Cantal. Considerado en su momento no sólo una de las obras de arte más bellas del mundo, sino también una proeza técnica y arquitectónica, el viaducto de Garabit, entre Loubaresse y Ruynes-en-Margeride, sigue despertando en la actualidad una enorme admiración.
Este impresionante viaducto ferroviario, declarado Monumento Histórico y parte de la red de Puentes de Interés del Sur de Francia, tiene una longitud de 565 metros y se puede ver desde lejos, debido a su color rojo y a la magnífica iluminación que presenta cuando cae la noche.
Desde la zona de Garabit se ofrecen viajes en barco por el lago de la presa de Grandval, en el corazón de las gargantas del Truyère.