Antiguo vizcondado, hoy día inscrito en la lista de los pueblos más bellos de Francia, la villa de Turenne ha conservado numerosas huellas de su rico pasado medieval: el castillo del siglo XIII, la casa del Senescal, la puerta de Mauriolles o la casa de los Canónigos son algunos de los testimonios más relevantes.
Los amantes de las piedras antiguas quedarán encantados paseando por el centro del pueblo, subiendo por las pintorescas y empinadas calles rodeadas de bonitas casas que conducen hasta el majestuoso castillo encaramado en lo alto de la colina. Este monumento histórico, feudo de los señores de Turena, abre sus puertas y muestra sus imponentes ruinas. Dos torres separadas por un magnífico jardín florido le dan la bienvenida: la Torre del Tesoro, un viejo torreón del siglo XIV que alberga la bonita sala de los Guardias, con bóveda de arco apuntado; y la torre de César, antigua atalaya del siglo XIII que, desde lo alto de su escalera de caracol, ofrece una impresionante vista de los campos colindantes.
Debajo del castillo se encuentra la capilla del convento de los Capuchinos, reconvertida ahora en sala de exposiciones, y la colegiata de Nuestra Señora de San Pantaleón, del siglo XVII. En ella, el visitante descubrirá un magnífico retablo de madera dorada de 1678, vidrieras de colores del siglo XIX y un campanario-porche de más de 30 metros de altura.
Ubicado en el corazón de la causse de Corrèze, en el cruce de la GR46 y la GR 480 del camino de Santiago, el pueblo de Turenne es también punto de partida y de paso para los excursionistas.