Entre el mar Mediterráneo y el estanque de Thau se asienta Sète. El puerto viejo, los canales, los puentes y los edificios con bonitas fachadas de colores hacen que reciba el nombre de la Venecia de Languedoc. Sète es el primer puerto pesquero del Mediterráneo, y un destino predilecto para los sibaritas que aprecian los productos del mar.
El monte Saint-Clair, que domina la ciudad desde los 183 metros de su cima, ofrece una magnífica vista de Sète y de los paisajes circundantes.
En agosto, con motivo de la fiesta de San Luis, se celebran las tradicionales justas de Sète. En ellas, dos adversarios montados en sus respectivas barcas se enfrentan entre sí con una lanza y un escudo de madera, e intentan lanzar al agua a su rival.