Situada al sur de Valence, Montélimar es una acogedora ciudad del Drôme provenzal. Famosa etapa de la Carretera Nacional 7, la ciudad es famosa por su nougat (especie de turrón), del que es la capital indiscutible.
Montélimar posee un rico pasado histórico y un hermoso patrimonio construido, cuyo emblema es el castillo de Adhémar. Este se alza en lo alto de una colina, desde donde domina la ciudad, ofreciendo unas magníficas vistas de los campos circundantes. Antiguo palacio medieval, su arquitectura románica meridional se remonta al siglo XII. En la actualidad, quedan restos de su pasado, como el recinto fortificado coronado por un paseo de ronda, una vivienda señorial, una capilla y un torreón. A finales del siglo XVI se convirtió en ciudadela con bastiones y, posteriormente, en prisión (hasta 1926). Hoy en día es un centro artístico que acoge exposiciones temporales. A los pies del castillo, un parque lleno de árboles permite disfrutar de todo su esplendor y dar un agradable paseo.
Continúe su visita a Montélimar deambulando por las calles peatonales del centro histórico y comercial. Aquí todavía se pueden ver antiguos palacios, como la casa de estilo renacentista de Diana de Poitiers, que data de los siglos XV y XVI. El palacio Puy-Montbrun del siglo XVII y el palacio Chabrillan, del XVIII. La puerta de San Martín, tallada en piedra, es uno de los últimos restos de las murallas. La colegiata de la Santa Cruz, reconstruida en el siglo XVIII, ha conservado el campanario y el coro del siglo XVI. ¡Y en las calles comerciales y plazas repletas de terrazas en torno a la iglesia podrá impregnarse del animado ambiente de la ciudad!
Otro emblema de Montélimar son las alamedas provenzales, repletas de plataneros y de cafés, que rodean un agradable jardín público. Este enorme parque con árboles centenarios, muy apreciado por los niños, alberga una pequeña granja, un gran estanque con patos, una zona de juegos y un carrusel de caballitos.
Los amantes de la cultura no pueden perderse el museo de arte contemporáneo San Martín, que cada verano acoge una exposición temporal dedicada a importantes figuras del arte contemporáneo.
La visita a Montélimar también le puede servir para regresar a su infancia. Comience por el palacio de los Caramelos y el Nougat, un espacio lúdico e interactivo para todas las edades. Seguidamente, diríjase al Museo de la Miniatura. Instalado en una antigua capilla, este lugar dedicado al arte de la miniatura alberga una preciosa colección de casas de muñecas. Y, por supuesto, no deje de entrar en alguna de las numerosas tiendas de nougat de la ciudad.