El célebre Palacio de Versalles fue pabellón de caza real en la Edad Media, residencia de Francisco I, en el s. XVI, y más tarde, a principios del s. XIX, lugar predilecto de Napoleón Bonaparte. En la actualidad, está declarado patrimonio mundial por la UNESCO y atrae a visitantes de los cuatro rincones del mundo. El castillo de Fontainebleau, joya del arte francés, ofrece a los enamorados del patrimonio un conjunto magníficamente conservado.
La visita del interior del palacio permite descubrir los Grandes Apartamentos, con la impresionante galería de Francisco I, decorada con frescos y estucos; la sala de baile y su chimenea monumental; la escalera del Rey, ornamentada con escenas que ilustran la vida de Alejandro Magno; los Apartamentos Reales, suntuosamente amueblados, así como la capilla de la Trinidad con su magnífica decoración barroca, los apartamentos del Papa y de la Reina Madre o el apartamento interior del Emperador. El palacio también alberga un museo de Napoleón I en el que se exponen retratos, prendas, objetos y recuerdos del Emperador y su familia.
Al salir del castillo, a la altura del patio del Caballo Blanco, podemos admirar la magnífica y célebre escalera en forma de herradura construida en el s. XVII por Jean Androuet du Cerceau.
Para descubrir la finca de Fontainebleau no hay nada mejor que recorrer tranquilamente los espléndidos jardines floridos. El gran parterre de estilo francés diseñado por Le Nôtre, el estanque de las Carpas y su pequeño pabellón, el jardín inglés con sus especies extrañas, y el jardín de Diana, embellecido con una elegante fuente, son algunos de los muchos atractivos que cautivan la mirada. Y para proseguir con el recorrido, un vasto parque arbolado espera a los amantes del paseo, el picnic y el jogging.
La finca de Fontainebleau acoge cada año, en primavera, el Festival de los Encuentros Musicales de Fontainebleau, un gran evento musical dedicado a la música de cámara.