Incluido entre los pueblos más bellos de Francia, la antigua bastida de Ainhoa, fundada en el siglo XIII y parcialmente reconstruida en el XVII, es una etapa ineludible de cualquier circuito en el País Vasco. Su larga y única calle, jalonada de pintorescas casas blancas con entramados de color rojo y verde, y su iglesia del siglo XIII, con un campanario cuadrado con cuatro pisos, encantarán a los aficionados a la arquitectura. Hay que visitar el interior de la iglesia, aunque no sea más que por su magnífico retablo dorado y los dos pisos de galerías de madera. Alrededor del edificio, el cementerio paisajístico alberga estelas discoidales y tabulares de los siglos XVI y XVII.