La villa medieval de Charroux, en el corazón del Borbonés, es famosa desde el siglo XVIII por su mostaza a la antigua. En 1990, una fábrica artesanal local ha adaptado la elaboración de este producto al gusto actual, después de que hubiese dejado de fabricarse a principios del siglo XX.
Siguiendo un procedimiento tradicional, los granos de mostaza se aplastan con una muela de piedra, y luego se mezclan con "verjus" (vinagre diluido, especias y sal) y vino blanco de Saint-Pourçain.
Apreciada por los gastrónomos y los grandes chefs, la mostaza de Charroux, con un sabor auténtico e inimitable, es ideal para acompañar la carne, la caza y el pescado, elaborar platos a base de mostaza o preparar una salsa. ¡Toda una delicia!
Abierta a la visita, la "moutarderie" de Charroux ofrece, además de su famosa especialidad, aceites de nuez y de avellana.