Las grisettes de Montpellier son uno de los dulces más antiguos de Francia. Se inspiran en las preparaciones de los boticarios de la ciudad en la Edad Media. Según la leyenda, las grisettes de Montpellier eran muy apreciadas por los peregrinos de Santiago, que las utilizaban para refrescarse la boca.
Se trata de una bolita completamente negra, del tamaño de un guisante, que se blanquea ligeramente con azúcar cristalizado. Tradicionalmente, se cocía en un caldero el azúcar, con agua, miel, regaliz y un poco de colorante. Después del enorme desarrollo de la producción durante el siglo XVIII, ahora solo hay un fabricante de grisettes de Montpellier. Esto no impide que este dulce sea muy apreciado en la región, tanto por los lugareños como por los visitantes.