Edificada sobre una colina, la pequeña ciudad medieval de Crocq está dominada por la silueta de su iglesia y de sus dos torres, restos del antiguo castillo-fortaleza. En lo alto de una de estas dos torres hay instalada una mesa de orientación, y se puede contemplar una magnífica vista de la meseta de Millevaches, los montes de Auvernia y Combraille.
Tampoco hay que perderse la capilla de la Visitación, un edificio románico que alberga un tríptico de madera del siglo XVI que representa la vida del orfebre lemosino San Eloy.