Concarneau posee un rico patrimonio histórico. La ciudad azul surgió en una antigua isla fortificada, la Ville Close, edificada en un islote rocoso y rodeada de murallas en el siglo XIII, remodeladas en el siglo XVII por Vauban. Esta posición estratégica la convirtió en un emplazamiento militar y comercial de primer orden, que con el tiempo irá creciendo con la anexión de varios faubourgs y pueblos vecinos. Se puede acceder a las fortificaciones durante las vacaciones escolares, por la Casa del Patrimonio, que da acceso a las murallas por la torre del Gobernador. Desde allí hay una vista impresionante de la bahía de Concarneau, el puerto pesquero y el puerto de recreo.
En el interior de la Ville Close, bonitas callejuelas rodeadas de restaurantes y tiendas proporcionan encanto a esta ciudad de Finisterre.
Puerto de pesca activo, Concarneau muestra la historia de la actividad marítima en el museo de la Pesca, con una colección impresionante de barcos, maquetas y objetos de la vida cotidiana de los marinos.
La biodiversidad de los océanos es el tema del Marinarium, escaparate de la estación biológica marina, que ofrece un gran número de animaciones, como un estanque táctil para los niños.
También merece la pena ver el castillo de Keriolet, en lo alto de la ciudad. Esta joya neogótica del siglo XIX fue construida por orden de una princesa rusa, tía del zar Nicolás II, y que perteneció al príncipe Yusúpov, el asesino de Rasputín.
En temporada, Concarneau se convierte en una localidad turística gracias a sus playas de arena fina, al abrigo de una de las bahías más bellas de Bretaña. Un bonito paseo por la cornisa conduce a ella. Muchos senderos costeros o interiores esperan a los aficionados para disfrutar del litoral o del campo circundante.
En verano, hay que destacar el festival des Filets Bleus (Festival de las redes Azules), el anteúltimo fin de semana del mes de agosto, con una programación de animaciones musicales, exposiciones, talleres y conciertos.