Bar-le-Duc, prefectura de Mosa, se encuentra a 53 kilómetros de Verdún y a 38 de Commercy. Está bañada por el Ornai, río que atraviesan siete puentes, y por un canal paralelo artificial, el Canal de Marne-Rin, donde se practica el turismo fluvial.
Bar-le-Duc está marcada por el Renacimiento, un período próspero en el que se levantaron numerosos edificios en la ciudad alta y la ciudad baja, cuna de la ciudad en la época galo-romana.
La parte superior constituye un conjunto arquitectónico excepcional de los siglos XVI, XVII y XVIII, cuando los nobles llegaron para establecerse alrededor del castillo de los Duques de Bar. Muchos palacios de piedra rubia albergan jardines y hermosos patios interiores. El barrio es atravesado por la calle de los Duques de Bar, antigua "Calle mayor" de la ciudad alta.
La preciosa plaza de Saint-Pierre está repleta de hermosas casas renacentistas, incluyendo el palacio Florainville, actualmente Palacio de Justicia. En la iglesia gótica de San Esteban (siglo XIV), declarada Monumento Histórico, se encuentra una estatua de Ligier Richier llamada "el transido" o "el despellejado", que representa a René de Chalon, Príncipe de Orange, como un esqueleto. Y en Nuestra Señora, iglesia románica, hay un Cristo en la cruz del mismo Ligier Richier. La iglesia de San Antonio, del siglo XIV, en el barrio de Bourg, también figura como Monumento Histórico.
Tampoco hay que perderse la Torre del Reloj del siglo XII, situada en el extremo de la calle de los Duques de Bar y vestigio del antiguo palacio ducal; el colegio Gilles de Trèves, que tiene hermosas balaustradas de piedra y fue construido entre 1571 y 1574; y la calle del Burgo, una de las más elegantes de la ciudad.
La historia de la ciudad se recrea en el museo Barrois, en el antiguo castillo de los Duques. Este museo posee destacadas colecciones arqueológicas, pinturas francesas y flamencas y obras de la Edad Media y el Renacimiento.
Para tener una bonita vista de la ciudad baja, diríjase al mirador de Grangettes.
Situada en la retaguardia durante la Primera Guerra Mundial, Bar-le-Duc tenía un papel estratégico. Aquí se encuentra el kilómetro cero de la Vía Sagrada.
Bar-le-Duc también es el país de la grosella, la cual, despepitada con pluma de oca, da como resultado una suculenta mermelada apodada "caviar de Bar".